Segundo Viaje a Brasil (Río y Amazonas) y Miamí


Entre los días 28 de Septiembre y 8 de Octubre tuvo lugar mi segunda estancia en Brasil y un bonus en forma de unas pocas horas en Miami (Estados Unidos). Volví a la ciudad de Río de Janeiro y visité un lugar que quedó pendiente el año pasado, el río Amazonas y sus selvas. Todo presto para rememorar un país, una cultura y unas gentes que ya tengo en el corazón. A ver que pasaba, ya no tenía el asunto de la primera vez, pero Brasil es un país gigantesco tanto en tamaño como en diversidad.


Los tres primeros días fueron en Río, en Brasil llamada Cidade Maravilhosa, y el regreso no pudo ser más soleado, más estimulante y mejor intensamente que la primera vez en 2016. Caminé enteras por mi cuenta las playas de Copacabana e Ipanema hasta llegar a Leblon y con guía, visité la montaña del Corcovado y su estatua del Cristo Redentor de 38 metros de altura, otra vez Urca y el Pan de Azúcar y también paseos por el Centro Histórico y el populoso barrio de Lapa (como curiosidad no estuvo mal que nos llevaran al Maracaná). Los momentos más Zen o Espirituales fueron aquellos en Copacabana e Ipanema en los que simplemente me paraba, me dejaba ir "no haciendo nada" y me sentía en un total presente que nunca había sentido en Europa: El cuerpo al Sol o sentado en una "cadeira", Ser Uno Mismo, no juzgar, trotar por la Avda. Atlántica... En resumen: Un Presente Absoluto sin expectativas. Gracias, Vida, por devolverme parte de lo que te he dado durante cuatro décadas! Cuando el avión de GOL que me llevaba a Manaus despegó de Río de Janeiro, sentí como si una parte de mi corazón fuera arrancada por la ciudad para que vuelva a recogerla en un tercer viaje.


Después de una estancia de un día en el hotel Tropical Manaus (que cuenta con un mini-zoo, gimnasio y tiendas interesantes), comenzó mi experiencia amazónica. La primera sensación fue el calor y humedad combinados del ecuador del planeta, me acostumbré pero los primeros minutos fueron fuertes. La fuerza de las tormentas en el Amazonas tampoco son cualquier cosa. como pude comprobar una noche. Vinó a recogerme una lancha con turistas a orillas del río Negro, un afluente del Amazonas. ¡Este es ya más caudaloso que el río Neva de Rusia, que ya lleva ingente agua al  Mar Báltico! Después de bastante tiempo avistando la ciudad de Manaus, llegamos al famoso Encuentro de las Aguas de los ríos Negro y Solimoes (Amazonas). Un bello espéctaculo, tan bello que hay que estar allí para saborearlo, también sentí sentimientos de Paz, Presente y Belleza. Durante el trayecto aprovechaba para mojar simbolicamente mi cara y mis brazos con las aguas del Amazonas, me salió así.


El viaje continuó y tras un tiempo considerable en el cual teníamos problemas para ver las dos orillas por las dimensiones del río, llegamos al Amazon Ecopark para cinco días, un gran hotel de cabañas en plena Selva Amazónica. Y pongo Selva Amazónica en mayúsculas porque, ¡hostia!, es verdad que es el pulmón verde del planeta y es la antitesis de las grandes megalópolis que el desarrollo humano ha expandido en el mundo. La naturaleza en estado puro, una sensación muy fuerte de ella en el hotel. Lo más cerca que estado de esta desde mis días de niño en la Sierra de Hutor (Almería). Claro que hay diferencia entre una sierra y una frondosa Selva, pero el sentimiento y de inmersión en la Naturaleza es completa en ambos casos. Los seres humanos no deberíamos olvidarlo. Las actividades que hicimos con los guías del Ecopark fueron una excursión de varias horas en la Selva de los alrededores (sin guía, es fácil perderse y el 80% de lo que crece te puede matar si no sabes sobrevivir en sus dominios), una visita al poblado de los Caboclos (mestizos de indio y blanco que conservan sus tradiciones aunque cada vez quedan menos), restaurantes amazónicos donde pudimos pescar pirañas y una excursión nocturna en busca de jacarés o caimanes (pudimos ver y tocar dos ejemplares de pequeñas dimensiones). La mañana del último día en el Amazon Ecopark fue de mucha tristeza por marchar, las cosas en Cataluña y España tampoco ayudaban mucho para volver, la verdad.


Mi segunda experiencia brasileña fue más intensa que la primera, que ya es decir, y me incita para una tercera. Muchos sentimientos de sentirme completo, de algo que en Europa Occidental no he podido encontrar o puede que no exista. Incluso las puestas de Sol eran poéticamente Naturales. 



Quizá por esto la ciudad de Miamí (USA) pagó el pato y no consiguió quitarme Sudamérica y la Selva de la cabeza, siendo la ciudad más latina (más concretamente cubana) de Estados Unidos. Eso sí, la estampa de sus palmeras y de sus playas valen la pena, y hay también sitios y edificios como el Bayside, el Memorial del Holocausto Judío y la Torre de la Libertad. Pocas horas, pero bueno, he visitado Estados Unidos!


Para terminar los catorce vídeos que he montado sobre Brasil y el de Miamí: 
















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